Ricardo Darín está en lo más alto de su carrera y a 3.030 metros sobre el nivel del mar, en Valle Nevado, a 40 kilómetros de Santiago de Chile. Sufre de “soroche”. Algo así como el dolor de cabeza insoportable y las ganas de tirarse al suelo para no vomitar que los médicos traducen como “mal de altura”. Clarín subió las 60 curvas hasta ese exclusivo centro de esquí para estar dos días junto a él en el rodaje de La cordillera, el filme escrito y dirigido por Santiago Mitre que logró lo imposible: meter a Darín en política. Será el presidente de la Argentina durante una Cumbre latinoamericana en la que se enfrentará a dos conflictos, uno familiar y uno político, cargados de intriga.
“Es una historia áspera. No es un relato condescendiente con el espectador. Tiene momentos de empatía y de antihéroe. Nos metemos en la parte humana de un tipo que está al frente de un país como el nuestro, que hace muy poco tiempo que está en el poder, que está construyendo su propio estilo y que hasta incluso se está conociendo a sí mismo dentro de esa situación. Aunque venga de una carrera política como intendente y gobernador”, describe “Richard” sobre Hernán Blanco, el presidente que promete cerrar filas junto a sus personajes célebres (ver Darín y Fonzi…).
Y no está sólo. Tendrá idas y vueltas con Gerardo Romano -que hace de su Jefe de Gabinete-, con Erica Rivas -su secretaria personal- y con sus asesores. Pero, en el centro del relato, un grave problema con su hija Marina -interpretada por Dolores Fonzi, pareja del director desde que filmaron juntos La patota- definirá su futuro. “Los datos que nos aporta el guión son ambiguos. Hay amor entre ellos, pero también hay reclamos. Hay cosas que se supone ocurrieron en el pasado, pero que todavía no las tenemos del todo claras. Así que jugamos con esas posibilidades”, anticipa el actor sobre cómo vivirán ese vínculo los espectadores.
Son las ocho de la noche para el Darín que en julio recibió el Premio Platino de Honor por su trayectoria en el Cine iberoamericano, y que ahora está terminando su cigarrillo en la puerta de un hotel. Pero al presidente Blanco se lo vio dos horas antes -en una mañana ficcional- junto a su hija, cantando en un Mercedes Benz presidencial. Y cercado por dos cromas (pantallas verdes) inmensos. Según describen sus protagonistas, “esa escena fue uno de los momentos más familiares” en lo que va de un fastuoso rodaje que comenzó “por las secuencias de compromisos protocolares”, arrancó en la Casa Rosada, pasará por el centro de Santiago de Chile y Bariloche, y volverá a Buenos Aires hasta cumplirse la octava y última semana de filmación.
Al día siguiente, Darín -y también Blanco- tendrá la escena más compleja de la película. La que en el set llamaron “la foto de los presidentes” y en la que el desmayo en plena acción del actor que hace del primer mandatario de Bolivia, terminará demorando todo. A eso habrá que sumarle un sol implacable que hará a los asistentes sostener paraguas negros “para evitar caras rojizas en cámara”. Pero por si los 12 actores (presidentes) en cuadro -con un reflejo de la luz algo traicionero sobre una cordillera de los Andes de fondo- más la grada de prensa -con movileros y fotógrafos que simulan la cobertura de la Cumbre- no fuesen desafío suficiente, para Santiago Mitre la secuencia que lo tiene más atento (“aunque todas lo hacen”) será en Buenos Aires. Y, sin dar más precisiones, adelanta que los interiores de este encuentro latinoamericano -enmarcado en una negociación por el petróleo- se rodarán en el Sheraton porteño.
En línea con la escena de los mandatarios juntos y en pose, Darín enseña sobre la magia del cine. “En un momento del guión un personaje se pregunta si Blanco se lleva bien con la presidenta de Chile (interpretada por Paulina García, quien ganó el Oso de Plata a mejor actriz en el Festival de Cine de Berlín 2013 y hoy se luce como la madre de Pablo Escobar en la serie Narcos, en Netflix). Y habrá que ver en la escena del saludo protocolar cómo se para mi personaje frente a ella. Eso es lo interesante, buscarle el perfil exacto que le queremos dar. Esto pasa cuando, por una exigencia de locación, estás obligado a hacer ‘ahora’ una escena que va a ocurrir dentro de mucho tiempo en la película. Por eso siempre grabamos dos opciones que nos puedan servir a la hora del montaje”.
En mayo, La cordillera ganó el premio a mejor guión en desarrollo entre los proyectos que se presentaron en L’Atelier de Cinéfondation del Festival de Cannes. Y Mitre, que lo escribió junto a Mariano Llinás, dice que creó al protagonista “para Ricardo”.
Pero Darín invierte la carga: “Yo me manejo con lo que él quiere contar en su película. A la que me subí, porque me parece un libro muy arriesgado y con mucha identidad que hace atravesar a los presidentes situaciones que a lo mejor nosotros ni siquiera nos imaginamos en la órbita del poder. ¿Cómo deciden? ¿A quién le hacen caso?”. Y el actor de El secreto de sus ojos sentencia: “No vi otra película así en la Argentina”.
Con un presupuesto que supera por mucho al que K&S Films destinó a Relatos salvajes o a El Clan, esta vez la inversión de la productora de Hugo Sigman en La cordillera -en coproducción con España, Francia y con la Unión de los Ríos y Telefe en la Argentina- “no se verá en explosiones ni persecuciones. Sí en el elenco: con la española Elena Anaya (ver La española…), el mexicano Daniel Giménez Cacho (La mala educación), que hará de presidente de México, y el prestigioso actor chileno Alfredo Castro; entre otros intérpretes de Perú, Ecuador, Paraguay y los Estados Unidos”, cuenta el productor Matías Mosteirin. Y ya se ve en las locaciones -incluyendo la reserva de los tres hoteles de Valle Nevado-, la música original -la realizará en España Alberto Iglesias, compositor nominado al Oscar-, la postproducción de imagen y sonido -en Francia- y los efectos visuales -se harán en Madrid-.
Los trajes del Darín presidente son de la marca italiana Ermenegildo Zegna. Y nada tienen que ver con la coquetería de un actor que encandila por su sencillez. “La elegí porque es una de las dos grandes casas de trajes exclusivos para el mundo político; la otra es Brioni, conocida por vender los más caros del mundo”, cuenta Sonia Grande, la vestuarista española preferida de Woody Allen y Almodóvar. “Tiene un corte y diseño que iba más a la estructura física de Ricardo. Además, quería que tuviese un estilo de presidente clásico, pero joven”, detalla desde el salón del primer piso del Hotel Tres Puntas, acondicionado para el vestuario y maquillaje de los actores. Quienes creyeron que la gama protocolar del azul marino al gris simplificaba las cosas, no saben que Hernán Blanco tiene “cuatro ‘procesos’ de trajes”, que se determinan según el porcentaje de seda de sus telas “para que den bien en cámara según cómo se refleje la luz”.
En la escena de “la foto de los presidentes”, Darín tiene un traje gris, una camisa blanca y un sacón de Prada. Apenas se escucha “¡Corte!”, se desajusta la corbata aliviado. “Te juro que nunca me voy a meter en política”, había dicho la noche anterior, mientras terminaba su cigarrillo en la puerta del hotel chileno.
Darín y Fonzi, padre e hija de película
Fonzi cree que su personaje -divorciada y madre de mellizos- es “muy distinto” al universo real de herederos presidenciales que imagina: “Marina Blanco se quedó en su pueblo. Es bastante bajo perfil”. Y ahí se parece más a Dolores, que siempre prefirió dar sólo algunos datos de su intimidad. “En La patota funcionó tan bien esta dinámica de actriz-director que por algo nos pusimos de novios (con Santiago Mitre). Yo lo quiero, lo admiro y me llena de orgullo que él esté a la cabeza de esto”. Afirma que sólo puede actuar cosas que la “representen”: “No me interesan los guiones en los que las mujeres están al servicio del hombre y figuren en escenas para ser la puta, la madre o el objeto sexual”.
“Yo nunca me baso en nadie. Me parece que partir desde alguien en particular es quedarte con una versión encorsetada de un personaje. Además, nunca conocí a un presidente así ‘mano a mano’ como para saber cómo es en realidad”, delimita Darín. Y sigue: “Llego a este personaje sin estar ‘intoxicado’ de un presidente. Y aunque se podría decir que es progresista, creo que no se parece a ninguno real. Está en el espectador ver parecidos en cada uno de los presidentes de esta película”. ¿Votarías a Hernán Blanco si existiera? “Es un tipo que viene de abajo. Que se hizo a sí mismo. Sí, lo votaría. Lo que no sé es si después voy a estar de acuerdo o no con las cosas que me muestre”, responde Darín con claridad.
La española de Almodóvar
La española Elena Anaya -conocida aquí por La piel que habito, de Almodóvar- llegará en octubre a Buenos Aires para filmar sus escenas junto a Ricardo Darín. Con total reserva sobre los detalles de su personaje, la producción de La cordillera contó a Clarín que era la actriz con “la fuerza necesaria para interpretar a la periodista de esta película”. Anaya estará en otra producción importante a estrenarse en 2017: La Mujer Maravilla, “en un papel pequeño, pero con un personaje importante”, ha dicho. En esa superproducción, protagonizada por Gal Gadot, hará de villana. De ambos lados de la cordillera habrá que esperar un poco más para conocer qué tendrá que ver la Anaya periodista con “los demonios que están cercando al Presidente”.
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